Al Sur del puente de Ferrocarril, en Ruta 41, es tierra de nadie. Nadie se ocupa de los problemas que alli ocurren, ya sea porque funcionarios solo pasean por “Colonia Suiza” pensando que esto es solo su Zona Norte o porque a partir del puente es nuestro lado salvaje.
En esta zona, conviven:
– Una chanchería que lejos de estar pensando en relocalizarse, cada día más, contamina la zona de insecto y malos olores, los desagues pluviales de desechos de excremento, las napas, al generar piletones de estiércol y químicos y enterrar animales muertos, de manera ilegal
– Un proyecto de matadero, que crece día a día y que alguna vez, al amparo político de algún nuevo puntero, arrojará todos los desechos a alguna zanja, con la promesa obvia de “encuadrarse en el sector ambiental a la brevedad”.
– Un autódromo paralelo (!!!????), donde todas las semanas corren alocadamente, en kartings, decenas de personas, levantando una polvareda que los vecinos no se merecen, y provocando un impacto ambiental, por ruidos, que a nadie le preocupa solucionar.
– Playa de lavadero de camiones, donde cada camión que entra está a un tris de provocar un accidente gravísimo. Además, sin preocuparse del uso del agua (tan en boga en estos tiempos en los congresos a los que Miguel German de Gestión Ambiental suele ir)
– Basureros a los costados de los caminos vecinales que empañan cualquier paseo que se haga para mostrar las bellezas salvajes del campo.
– Feed lots ilegales un poco más adentro, cercanos al Arrecifes.
– Además, inseguridad rural creciente, picadas de motos, autos lanzados a toda velocidad, cazadores furtivos,etc.
Vivo en Baradero hace 45 años y, aunque no soy “hijo de Baradero”, como les gusta decir a las familias más conspicuas, lo amo como a ninguna parte del Mundo.
Y me duele. Esperemos que le duela a alguien más.
Guillermo Asensio.