El drama de los chicos perdidos en la provincia de Buenos Aires: Hay más de 140 casos de menores desaparecidos

Melisa Campuzano recuerda las palabras de su hijo como si las estuviera escuchando en este preciso instante. “Me miró fijo a los ojos y me dijo que me quería mucho”. Al contarlo, se desinfla en un llanto que no encuentra ni calma ni consuelo. Su hijo se lo dijo el 16 de octubre pasado. Fue a la mañana, antes de que Melisa saliera de su casa de 90 entre 21 y 22 para ir a trabajar. Cuando volvió, ni ella ni su hermana supieron más nada del pequeño Javier, un pibe que esta semana cumplió seis años y cuya carita forma parte de los cientos de rostros que se multiplican en las listas de chicos perdidos que tiene Missing Children en el país. Son en realidad unas 210 caritas, de las cuales 145 corresponden a chicos que se perdieron en suelo bonaerense y que, aún hoy, pese a que pasaron semanas, meses o años, todavía nadie encontró.

Mientras el caso de Candela Rodríguez conmueve a toda la sociedad, las últimas cifras aportadas por la ONG que se ocupa de rastrear menores perdidos aquí y en el mundo volvieron a poner sobre la mesa un problema que nadie parece poder frenar y que, como el de Javier, Candela o tantos otros, cobija cientos de nombres que no superan la mayoría de edad. “Creo que a Javier se lo llevó mi ex pareja a Bolivia -cuenta la madre, descorazonada-, pero hasta ahora no tengo ninguna certeza. En su momento me dijeron que lo habían visto por la Salada y Liniers. Fui a buscarlo allá pero nada. Hace meses que llamo al padre y no me contesta. No sé qué hacer, estoy desesperada. Yo lo único que quiero es volver a ver a mi hijo”.

En la patria de la infancia, dicen, las historias de chicos perdidos, robados o abandonados son desde siempre las que más angustias generan entre los más pequeños. Y se sabe que no hay nada más espantoso que un cuento de miedo hecho realidad: desde enero de 2000 hasta el 31 de junio pasado, Missing Children de Argentina registró en la provincia de Buenos Aires un total de 4.317 casos de chicos perdidos, de los cuales como se dijo más de 140 siguen sin resolverse. De ese centenar de menores que nadie sabe dónde están, cuatro son de nuestra ciudad. Y todos, los aparecidos y los que aún no lo hicieron, forman parte de una problemática que crece a pasos firmes y que, según las entidades que se ocupan del tema, en la mayoría de las historias tiene una raíz común que para nada es cuento: la pobreza y la marginalidad.

“Nosotros intentamos hacer conocer ese mundo invisible que es el de los chicos perdidos -cuenta Adriana, una de las voluntarias de Missing Children en el país-. Todas las fotos que se muestran en nuestra pagina tienen una historia y una familia detrás. Por eso necesitamos que se les preste atención a todos y a cada una de esas caras que mostramos”.

DESAPARECIDOS

A nivel nacional, el drama sumó en la última década un total de 6.456 casos, en tanto que los cuatro menores de La Plata que siguen sin aparecer son Javier Flores Campuzano, Lucas Ezequiel Barros, Iván Mariano Kaczuba y Tania Merlo, chicos cuyas caritas se las puede ver en la boleta de algún servicio o en el afiche desesperado de algún comercio, y que forman todas parte de una larga lista de menores que no se sabe dónde están.

Según las autoridades de Missing Children, los principales grupos de riesgo están compuestos por menores de 10 años y personas con discapacidad, mientras que la problemática se registra principalmente en los grandes centros urbanos como la capital federal y las grandes ciudades de las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Mendoza, Tucumán y Neuquén. De todas maneras, se apunta, es nuestra provincia -con casi el 70% de los casos- la que concentra el mayor porcentaje de desapariciones.

“Sólo el año pasado recibimos más de 650 denuncias de la provincia de Buenos Aires -precisaron en la ONG internacional-, y en la mayoría de los casos notamos que hay una tendencia a que las edades de los extraviados sigan bajando”. Lo más inquietante, dicen, es que cada semestre esa ONG registra un incremento de casos de casi el 16%.

No son pocos los que aseguran que en este último tiempo hay un grupo de riesgo que cada vez es mayor: el que está expuesto al consumo de drogas. Según se explica, la aparición del paco en nuestra región intensificó y masificó los casos. Se trata de una droga barata que genera una fuerte dependencia y el tiempo entre consumo y consumo es muy corto. Para las autoridades de Missing Children, de todos modos, “sin duda que el desmembramiento de muchas familias genera que esta realidad se acreciente todavía más”.

De los chicos perdidos actualmente en nuestro país, cerca del 60% tiene entre 13 y 17 años, hay un 13% que tiene entre 0 y 6 años y más del 60% son de sexo femenino. Según lo que apuntan quienes trabajan en el tema, además, una de las situaciones que cambió en los últimos años es la edad en la que los chicos se van de la casa: antes se pensaba generalmente en mayores de 13, mientras que ahora hay casos de chicos que ya se van a los 9 o 10 años.

DESORGANIZADOS

La preocupación actual de aquellos que trabajan con la problemática parte de una realidad que consideran alarmante: la falta de organización a la hora de rastrear a los menores. Una de las cosas que más preocupa, reconocen, es que los chicos se encuentran por casualidad, porque alguien vio la foto publicada en un afiche y avisa a la ONG o porque se recibe un mail pidiendo colaboración en una búsqueda. Pero no hay investigación profunda ni se entrecruza la información; no se trabaja en red, las distintas dependencias que trabajan con menores no están intercomunicadas y las fuerzas de seguridad no suelen manejar la misma información.

Desde Red Solidaria, por ejemplo, otra ONG que colabora con Missing Children en la búsqueda de chicos, se explica que existen dos razones para el aumento de personas extraviadas en nuestro país: “Por un lado, porque Missing Children y Red Solidaria posiblemente pasaron a ser un lugar de referencia para las mamás y los papás que pierden a su hijo y cada vez son más los menores que se encuentran. Por otro lado, la familia argentina, de cualquier forma que esté constituida, pasa por una crisis de valores que afecta la relación entre padres e hijos”.

En diez años, 77 chicos denunciados en Missing Children aparecieron muertos. Y un porcentaje más que llamativo (casi el 20%) corresponde a casos donde los padres secuestran a sus hijos después de una separación. Son padres que usan a sus hijos como rehenes y los ponen en medio de sus disputas. En la ONG todavía recuerdan el caso de un padre que llevó a sus hijos al cementerio y les señaló la supuesta tumba de su madre para hacerles creer que no debían guardar ninguna esperanza de volverla a ver. Se trató de una mentira. La madre los buscaba y al final, luego de ver sus caritas en un aviso, los encontró.

Aunque distinta pero con la misma raíz del problema, la historia de Melisa Campuzano bien puede encuadrarse dentro de esos más de 1200 casos en que es alguno de los padres el que hace desaparecer al menor. “Todavía no entiendo cómo fue que pudo haber hecho algo semejante -repite la madre-. Si la pareja se tiene que terminar me parece bien, pero no puede ser que yo no pueda ver a mi hijo. Todos los días me acuerdo de lo último que Javi me dijo antes de que me vaya a trabajar y eso me da fuerzas para seguirlo buscando. Todavía escucho su voz, todavía lo veo. Por eso no voy a parar hasta encontrarlo”. El Dia.-